martes, 26 de junio de 2007

La percepción I

Podemos hablar de innumerables tramas psicológicas, sutilezas o en definitiva, engaños piadosos, por los cuales hacemos pasar al cerebro cuando realizamos cualquier clase de efecto. Pero somos nosotros mismos, los que en ocasiones no somos conscientes de que esto sucede así. No sabes ni cuándo ni cómo sucede, y en la mayoría de ocasiones, no sabemos ni porqué. Pero funciona: sabemos que si realizamos un paréntesis de olvido (Arturo de Ascanio), el espectador olvidará lo que nos interesa; si utilizamos pistas falsas (Juan Tamariz), desviaremos al espectador de forma inconsciente por el camino equivocado; sabemos que si miramos allí, todos lo harán; e incluso, sabemos que debemos mover las manos antes de tal pase. Así como alejarlas en el momento oportuno... y esto sin pasar por millones de técnicas de sugestión, falsos recuerdos, dominio de la memoria y el recuerdo, etc, etc, etc. Pero, realmente, ¿porqué sucede esto? La respuesta es sencilla: por la manipulación del cerebro. El cerebro es tan fuerte como débil y tan inteligente como torpe. Solo que nosotros debemos aprovechar esa virtud y entregarle lo que nos interesa, cómo, cuándo, dónde y porqué...
Por ello, un buen día se me ocurrió leer y estudiar con detalle el cerebro, aplicando cada palabra de lo que leía a nuestro arte, y de esta forma poder mejorar mis juegos y la proyección de los mismos, no ya hacia los espectadores, sino hacia sus cerebros. El cerebro es el capitán de un barco llamado cuerpo, arterias, músculos... es lo que nos diferencia de otros animales. Por eso, se cumple la ley del más fuerte: si podemos vencer al más fuerte, nos proclamaremos campeón. Esa es la meta.

La Percepción y el Cerebro
Para poder estudiar y comprender el concepto de la percepción, nos agarraremos a una idea base: "Los sentidos llevan la información al cerebro, pero es éste quien la manipula"
Podemos mantener una carta empalmada y el espectador puede ver nuestra mano; los ojos del espectador verán nuestra mano y llevará esta información al cerebro. Pero es éste el que la procesará detalle a detalle y analizará si la posición de la mano es la correcta, si tiene soltura, si en apariencias normales no contiene nada... si estos datos son correctos, es posible que el empalme que hemos realizado sea correcto, pero entonces, habremos engañado al cerebro, no a la vista del espectador. De igual forma, cuando se cumple la función del efecto tubo, de la que tantas veces nos habló nuestro padre Arturo de Ascanio, no es la mirada la que se fija en un punto de interés, ya que ésta recoge todo un campo visual, sino el cerebro el que presta su interés en determinado punto. Al igual y dejando al lado el sentido de la vista, lo mismo ocurre con los sentidos restantes: Si oímos cómo suenan dos monedas en la mano derecha, el cerebro dará por hecho que esa mano contiene más de una moneda, cuando el sonido ha podido ser ficticio, ejecutado de alguna otra forma, para tal engaño.
En este punto, se me ocurrió una teoría en mi opinión bastante acertada, la cual nos facilita la comprensión del tema: "La respiración de los ojos" .Aunque el ejemplo principal se rinde al sentido de la vista, no cabe duda que puede ser utilizada para cualquiera de los cinco sentidos. La idea básica la cual expresa el enunciado, es que los ojos son los encargados de llevar la información al cerebro, con lo que si estos respiran bien, el cerebro también lo hará: Si las manos se mueven demasiado deprisa, la información visual llegará al cerebro confusa. Igual ocurre con la información sonora, si no se entendiese lo que el mago anuncia. Son ejemplos que explican de forma visual si cabe, la expresión del enunciado. Esto nos ayudará a tener una idea clave de cómo llevar esa información, poniendo especial cuidado en las pausas, las charlas entendibles, etc, etc, etc
Llegado a este punto, podemos hablar un poco sobre el engaño creado por la propia percepción, ya que somos conscientes que el menor engaño con la percepción, puede cambiar un juego por completo. Es decir, si comenzamos un juego realizando un falso depósito de la moneda en la mano derecha, a partir de entonces, todos creerán que la moneda permanece allí. Y así lo creerán hasta que no se les de a entender lo contrario. El espectador ha percibido de forma visual como la moneda se colocó en la mano, y esta información llegó al cerebro el cuál, viendo la acción de forma natural, fue engañado. Este engaño durará hasta que se muestre lo contrario. no
obstante, debemos ser conscientes del significado del siguiente enunciado, que hallé en un libro titulado "El cerebro, manual de instrucciones", y que me dio una ligera idea para crear ciertas tramas de engaño. La definición en cuestión dice: "el cerebro está conformado por las percepciones que experimenta, así que debemos entregarle una información certera y consciente de lo que percibe y cómo lo percibe".
Es decir: Sabemos que el cerebro está permanentemente recibiendo información. Por ello ya tiene una formación básica. Podemos decir que el cerebro es igual de torpe que inteligente: Si realizamos un doble lift, éste dará por hecho que se ha vuelto una sola carta, porque son las acciones propias de tal movimiento. Sin embargo, para que esto se cumpla, la información no sólo debe llegar al cerebro, sino que debe llegar de forma adecuada. No sólo basta que los ojos vean claro el proceso de volteo de cartas, sino que el cerebro debe interpretar que se volvió la carta.
Por otro lado y debido, repito, a que el cerebro está recibiendo estímulos exteriores a través de todos los sentidos, debemos prestar especial atención a lo que hacemos o decimos, sin pasar por alto otro tema que nos llevaría muchas páginas de estas notas, como es la expresión corporal. Digamos que este fascinante tema es uno de los aspectos a tener más en cuenta de la percepción.
Una de las notas que más me entusiasmaron al leer aquel libro hace ya algunos años, decía que "la experiencia disfraza la percepción". El cerebro está de forma constante manipulando nuestras percepciones y haciéndolas coincidir con lo que queremos que sea. Aquí podríamos adentrarnos un poco en el por qué de las acciones en tránsito del padre Arturo de Ascanio. Si realizo el empalme de una carta y en un momento determinado, la mano con la carta oculta se dirige a subir mis gafas caídas, a sacudir mi camiseta o a realizar cualquier acción normal, el cerebro la interpretará como una acción natural impulsada por la necesidad (subimos las gafas porque estaban bajas y no mirábamos bien o nos sacudimos la camisa porque tenía una pelusa), con lo que no dará importancia al hecho. Esta es la idea base de las acciones en tránsito: hacemos estos movimientos naturales para poder realizar la trampa ya que somos conscientes que el cerebro, por tratarse de una naturalidad, no grabará la acción. Pues bien, ahora no sólo sabes que funciona, sino por qué funciona: El cerebro disfraza la información que le llega y la hace coincidir con lo que nosotros queremos que coincida. Si esa es la acción natural de subirse las gafas, pensaremos que se está subiendo las gafas y no nos pararemos a pensar otra cosa.
No obstante, buscando más salidas a este concepto, podemos exponer otro ejemplo: Mostramos una carta cualquiera de la baraja y preguntamos si se trata de la elegida, esperando la negación de los espectadores. Es obvio que la carta que se ha colocado sobre la mesa es y será en aparentes condiciones, la que se acaba de mostrar. Al levantarla y mostrar la transformación de la carta en la elegida, se habrá producido un choque en el cerebro y, por consiguiente, la magia.
Si sabemos que el azúcar tiene un sabor dulce, nuestro organismo estará preparado para recibir ese sabor cuando el terrón choque con nuestras papilas gustativas pero, si ahora el terrón es salado, se habrá producido ese choque. Sabiendo este hecho, podemos adiestrar los cerebros de los espectadores. Cuando interpreté esta frase se me vino a la cabeza el concepto de movimiento acondicionado: cogeremos la baraja de tal forma mientras no hagamos la trampa, para volverla a sujetar de igual forma al realizarla. Así, al utilizar de modo constante la utilización de la baraja que nos ayudará posteriormente a realizar la trampa, habremos acondicionado dicha sujeción, haciéndola que pase desapercibida en el momento donde más importancia cobre.
No obstante, el concepto de acondicionar un movimiento siempre me produjo una pregunta: ¿Y porqué los espectadores no sospechan de esa sujeción, aunque no se esté haciendo nada? Quizás sea porque como ya anuncié anteriormente, vean lo que quieran ver. No obstante, funcione o no, lo que sí que es lógico es que debe emplearse de forma natural: No puedes tener todo el tiempo las manos en los bolsillos porque vayas a descargar posteriormente allí una carta. Quizás entonces no sospechen cuando introduces la carta, pero sí las cinco o seis veces que se introdujo la mano en el bolsillo. Así pues, podemos deducir la siguiente definición de lo que acabo de exponer: A medida que el cerebro se adiestra, las tareas son más fáciles y automáticas. No obstante, el adiestramiento debe ser natural y convincente.

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